10 diciembre, 2012

Ética dices; pero eso, aproximadamente, ¿por dónde cae?

Conocí a "Inquisidor"; seudónimo utilizado por Ángel Júcar, crítico literario tan prestigioso como denostado, ambos calificativos ganados a pulso según el sentir de la profesión, cuando ingresé en calidad de Becario en el veterano periódico <>.
Era un personaje atrabiliario, maniático, muy celoso de su reputación. Desde que nos presentaron me dio mala espina, tras su carácter de insolente suficiencia intuí que podía haber gato encerrado, algo olía a podrido en torno suyo, pero nadie osaba alzar la voz y mucho menos discutir cualquier crónica suya. Tenía en su haber un enorme poder fáctico.
Bastó estar muy atento a su forma de trabajar, además de tener un poco de paciencia para desenmascararle. Fue relativamente sencillo, plagiaba a trozos el trabajo de los demás, sus críticas eran siempre las últimas. Si tenías un poco de paciencia y algo de perspicacia para reunir las cinco o seis críticas que publicaba la competencia, mezclabas unos cuantos párrafos ligeramente desvirtuados, y ya tenías el artículo suyo armado.
Al cuarto mes de practicar ya era capaz de hacerlo igual o mejor que él y tuve la osadía de decírselo, al tiempo que le preguntaba por su concepto de la Ética.
Su respuesta me llegó al mismo tiempo que el finiquito: <<Ética dices, pero eso, aproximadamente, ¿por dónde cae?>>.

Texto: Antonio Tormo Abad

5 comentarios:

  1. Real como la vida misma y no solo la pasada, por desgracia. Muy bueno, Antonio. Un beso grande.

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  2. Eso, como la vida misma, parece una crónica, ¿de un despido anunciado? Talento lo tenemos todos, habrá que descubrir para qué.

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  3. Gracias, apreciada Isolda; tanto por el comentario como por el beso, no está uno acostumbrado a que le premien así una modesta colaboración para que la Esfera siga rodando.
    También a ti, Ángeles, te agradezco el comentario y ya mismo, sin demora, busco para qué tengo ese supuesto talento. Luego te cuento.
    De nuevo gracias.
    Terrón de tierra

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  4. El mundo de la crítica literaria, que en parte decide la suerte de un libro (no sé si en otros campos sucede lo mismo) está lleno de individuos como Ángel Júcar. E incluso más pedestres, puesto que también existen otros que antes de leer el libro tienen la sutil indicación acerca del modo en que tienen que valorarlo. ¿Para qué leer el libro entonces?

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  5. Muy sencillo, apreciado Amando, para poner de manifiesto tu propio criterio; no el del crítico, que bien puede estar contaminado por intereses espurios. Recientemente, en la presentación de la novela de una amiga, abordaba yo el tema de la distinta percepción que tiene el lector sobre un mismo texto, pero es diferente a la visión del crítico, que desmenuza una novela o un texto desde otro punto de vista más profesional, ahí le duele, pienso yo.

    Terrón de tierra

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