Charlatán, obra de Miel Jan |
El muchacho tenía encanto para engatusar lo mismo a cincuentones que a novicias; a ancianas que a zagales. Y así, todos cuantos se acercaban, no podían resistirse a las propiedades de su jarabe antienvejecimiento.
La mala fortuna quiso que un forastero, que se encontraba visitando a un pariente,
reconociera en Narciso al estafador que, tiempo atrás, le vendiera un carro entero de una loción crecepelo. El indignado calvo corrió al cuartelillo de la Guardia Civil y denunció al vendemilagros por estafador. Acto seguido los agentes detuvieron a Narciso que ni se inmutó. Aceptó con una sonrisa el arresto; sin protestas.
Tampoco era la primera vez que le detenían; en estos menesteres tenía ya cierta costumbre. Tumbado en el camastro de su recién estrenada celda recordó aquel agosto de 1989 en la prisión de Ocaña; marzo del cuarenta y cinco en Nanclares de Oca; febrero de 1933 en la Modelo de Barcelona; julio de 1900 en la cárcel de Dueñas; diciembre de mil ochocientos setenta y…
Texto: Towanda (María Sergia Martín González)
narración: La Voz Silenciosa
¡Genial!
ResponderEliminarPues no que va a ser cierto lo del jarabe:)
Saludos
Narciso comerciaba algo, pero había descubierto el elixir de la eterna juventud... ¿Dónde dices que está ese pueblo, esa celda, ese Narciso?
ResponderEliminarHola, TriniReina.
ResponderEliminarCreo que es cierto y que el jarabe funciona, si te interesa le pedimos una caja.
Gracias por comentar el cuentecillo.
Un abrazo.
Hola, Armando.
ResponderEliminarApunta, apunta que te digo la dirección del pueblo y organizamos una romería para hablar con él.
Gracias.
Un abrazo.
Pero qué bueno!!!
ResponderEliminarMe ha encantado: todo el mundo sabe que es más fácil conseguir la vida eterna que un buen crecepelos!!
Hola, Ana J.
ResponderEliminarEfectivamente, todo el mundo lo sabe, jajaja.
Un abrazo.
Un texto con una sorpresa final magistral.
ResponderEliminarRealmente bueno,hasta el lenguaje empleado, te felicito.
Hola, Inma Vinuesa.
ResponderEliminarSorpresita final que nunca viene mal.
Gracias.
Un abrazo.
Muy bien traído. Narciso sonreía porque la eterna juventud era suya por siempre y para siempre.
ResponderEliminarDeliciosa la ilustración.
Hola, Carlos de Castro.
ResponderEliminarNarciso era un crack, te lo digo yo.
Un abrazo y muy agradecida por tu comentario.
Hola, Voz.
ResponderEliminar¡Estupendo!, el cuento ganó con tu narración... Hoy me alegraste la mañana.
Muchas gracias y un beso muy grande.