04 enero, 2015

Bienaventurados aquellos que nunca han leído un libro

El título de este editorial bien podría ser un versículo bíblico, el título de una película, el de una novela, o también el de un artículo sensacionalista. Pero desgraciadamente no me lo he inventado, lo he elegido basado en un hecho real. Y lo peor de todo es que a lo largo de mi vida la misma circunstancia me la han confesado varios hombres y mujeres.


Por imposible que parezca existen personas en el mundo civilizado que jamás han leído un libro
El que una persona jamás se haya acercado a un libro siempre me pareció algo fuera de serie, pero por lo que he podido comprobar es algo más habitual de lo que parece. Todos han coincidido en lo mismo “no he podido nunca concluir la lectura de una novela” y otras razones como “En la vida real encuentro historias más motivantes y más estrambóticas”, “Una conversación con otra persona me aporta mucho más que un libro”, “Aprendo y vivo más en un viaje a la esquina de mi barrio, que leyendo un libro de aventuras o viajes”.

Una de las miles de leyendas 
que ensalzan la lectura 
Sé que voy a cavar mi propia tumba ya que un escritor, editor y lector, como lo soy yo, debe debatir estos argumentos, pero en cierta forma casi que lo comparto. No tenemos más que abrir cualquier red social (Facebook, Google+, Pinterest, Twitter...) para encontrar miles de frases acompañadas de sugerentes fotos que encumbran a “la lectura” como un elixir mágico y poderoso, como una actividad a la altura de los dioses y como el acto que practican los seres cultos e inteligentes. Y lo que más me sorprende es que, aún, existan personas capaces de reconocer que jamás han leído un libro. Sin duda, el suyo, es un acto de valentía y de personalidad. Quedan desnudos.

Pero ahora reflexionemos y pensemos ¿qué diferencia a una persona que lee novelas o libros de otra que se sienta frente a un televisor a ver programas rosas o a leer revistas del corazón? Creo que tengo la respuesta: la retórica.

Otra leyenda en redes sociales
que buscan la provocación hacia la lectura
Pienso que si a cualquier novela le quitamos la retórica y lo accesorio (las descripciones, el tono y el lenguaje literario, el ritmo envolvente y ágil...) nos quedamos con lo mismo que dicen vivir o sentir aquellas personas que beben de la vida real a través de los chismes, los programas rosas, las conversaciones, o los viajes. Algunos me ha llegado a decir que se sientan en una cafetería y que descubren historias más potentes que en cualquier novela o libro, con más matices. Que leer en un libro sobre la discusión que tiene una pareja, jamás estará a la altura de presenciarla en un bar, rodeado del ambiente, de la tensión y casi siendo partícipe. Valga lo anterior como ejemplo. Lo que sí tengo muy claro es que la vida real nos proporciona historias de tal calibre que en más de una ocasión he dicho “no puedo escribir sobre esto, no sería creíble”, sabemos que la realidad siempre supera a la ficción.

Las personas que me confesaron que jamás han leído un libro, o que solo habían leído uno, me sorprendieron. Previamente a conocer el dato, a esas personas no las tenía asociadas a la ignorancia, a la poca capacitación o a la incapacidad para la reflexión y mucho menos a la incultura. En casi todos los casos poseían el mismo nivel (si no hablamos de literatura) que el resto de amistades que tengo. Así que me pregunto ¿es tan importante la lectura que sin ella el conocimiento, la imaginación, el pensamiento y la sabiduría se puede conseguir? Yo tengo mi opinión.

Simplemente dejo hoy las bases para un debate, para conocer tu opinión, que seguro que eres lector, ya que frecuentas esta sección. Pidiéndote previamente una reflexión y el despojo de esa idea de pertenencia al “club de la verdad” y de los beneficios que aporta la lectura que tenemos aquellos que leemos. Me incluyo ;))

Hasta el próximo Editorial del domingo.  Y sígueme en Twitter si quieres estar en contacto:
Artículo: Francisco Concepción

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