31 mayo, 2009

"UN ACERCAMIENTO A RAINER MARÍA RILKE."



Rilke personifica al poeta puro –si dejamos que esta palabra exprese su autenticidad-, aquel que, encerrado en sí mismo, sólo vive para su obra, la desentraña y nos la ofrece como muy superior a sí mismo y a toda otra realidad vital propia o ajena. Rilke pensaba con secreta angustia desde la reflexión:
“En la conciencia nuestra al mismo tiempo
Sucede el florecer y el marchitarnos”.
Fue un hombre que cantó al concepto o extensión del mundo que llamamos lo sagrado, el misterium tremendum, lo numinoso, las teofanías. Y no es sólo la relación humana y social lo que sacrifica en los altares de su oscuro dios; es la vida misma lo que debe consumirse a favor de esa divinidad que es la obra poética. La obra contra la vida.
“Vivo mi vida en círculos que se abren
sobre las cosas, anchos.
Y tal vez no lograré cerrar el último
pero quiero intentarlo.
Giro en torno de Dios, antigua torre,
giro hacia miles de años,
y aún no sé si soy águila o tormenta
o si soy un gran cántico”.

Su influencia sobre la poesía posterior es tan extensa como indefinida; no ha conocido fronteras entre los poetas que han querido encarnar el sentido existencial de la vida: el dolor innominado, el peligro de existir, la inseguridad de las relaciones y del amor…
La lírica intemporal de su obra, textos de inolvidable perfección, la confusión y el destello vivido de una humanidad intensa, o aquellas cargadas de pensamiento y visión del mundo, esa poesía esencial de la condición humana, se yergue inalterada en lo más cambiante de los tiempos. Su obra resiste, resistirá inexhausta cualquier número de lecturas y de sensibilidades que a su obra se acerquen. En él, precursor, la exacerbación del autoanálisis se convierte en el olvido de sí, en pura mirada, en atención al misterio de las cosa, a la palabra que la revela y que es legado imperecedero.
Su singularidad y su fracaso en el amor; sus temores y tormentos continuos; sus viajes de ciudad en ciudad; su relación con la muerte; su intensa religiosidad… Pero son esos poemas en que esa experiencia se consolida y forma los que tienen la palabra, y la tienen porque son la palabra, el lenguaje-objeto en que se ha transformado el poeta.
Lírico muy puro cuyas intuiciones han influido posteriormente sobre pensadores. Padre y no hijo de filósofos. Precursor de las sombrías intuiciones de lo abierto, del resistir, de la angustia, de la muerte propia, de la soledad, del riesgo… Con casi un siglo de posterioridad, nos seguimos beneficiando de la vertiginosa actualidad de tales exploraciones.
Rilke es considerado hoy día uno de los pilares sólidos de la poesía del siglo xx. Sin duda uno de los más grandes, un impulsor que insufló a toda la poesía contemporánea su contacto doloroso con los problemas del destino humano, con el misterio de la condición del hombre. Dio a la escritura poética un nuevo régimen más ascético y puro: la desaparición del yo a favor de la forma, de la obra del objeto poético.
Quizás sea momento –aunque siempre permanece- de reivindicarlo, de traerlo a la memoria como homenaje, de acercarnos a sus versos y sentir la grandeza de una poesía que nunca deja indiferente por su contenido y especial belleza.


Teo Revilla Bravo
Barcelona.-2009

2 comentarios:

  1. Interesante reflexión y análisis sobre la obra de Rilke. Será seguro una referencia en el futuro, cuando en escuelas e institutos los profesores manden a realizar un trabajo sobre su figura. Te "pastearán" en cuanto los buscadores posicionen tu opinión. Felicidades, aportas a la red contenidos trabajados.

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  2. Gracias, Franco. Es un ánimo grande tu comentario, pensar que los chavales se detendrán en él para hacer sus trabajos... que "pasten" amigo. Lo importante es que tenga sentido no sólo el escribirlo, que sí, sino el que hay pueda ser receptivo al mismo.
    Un fuerte abrazo.
    Teo.

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