La marioneta sale de casa con prisa. Qué nadie la vea. Sus zapatos repiquetean en el asfalto. Sólo quedan cinco minutos para partir. Está nerviosa. ¿Cómo será eso de viajar en un dragón metálico? Siempre cautiva en su teatrillo, bajo los antojos de aquel caprichoso Dios. Y esa doliente soledad. Viajaría sólo hasta donde sus hilos le permitieran. Después regresaría a su cofre encarnado.
Su ropita recruje mientras espera impaciente.
El tren suspira y abre sus puertas.
La marioneta intenta entrar, pero los hilos no alcanzan, así que tira, más y más hasta tensarlos al límite y entonces, cuando está a punto de retroceder, las puertas se cierran, desprendiendo los hilos de su cuerpo para siempre.
Texto: Esther Rodríguez Cabrales
saludos desde Colombia!
ResponderEliminarMe gusta la ambigüedad del final. ¿Libertad o muerte? Por otra parte una marioneta libre deja de ser una marioneta.
ResponderEliminarLa verdad es que el tema da mucho juego. Interesante.
El título ya en solitario es todo un acierto. Me gusta. Un Escrito escueto, donde subyace ansias de libertad, de lucha, de incertidumbre, de búsqueda, de huida, de fracaso...
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarAcuerdo con AGLez... ¿vida o muerte? Para seguir pensando.
ResponderEliminarUn saludo!!
Un texto inolvidable.
ResponderEliminar¡Que sea vida! ¡que sea libertad!
ResponderEliminarAunque puedan romperse los hilos, hay que seguir, hay que salir.
ResponderEliminarBravo marioneta, has jugado. ¿has perdido? ¿quién sabe?