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La escritura poética se nos ofrece como un acto que arranca en el centro mismo de la pasión, lo cual exige una correspondencia basada en la sinceridad total del lector. El auténtico lector sabe corresponder al escritor con toda su desnudez, y en el encuentro puro de ambas almas podemos hallar la raíz neurálgica de la correspondencia significativa, entre los dos ámbitos (creador y lector) implicados en el evento de la lectura.
El auténtico escritor no escribe, nos habla a través de la palabra escrita, delinea toda una poética de las pasiones y los sentimientos, en la que él mismo se ofrece tras su escritura. Tras cada palabra subyace íntegramente la presencia del escritor.
En esta práctica, que busca la desnudez del lógos, se pasa de la ternura a la pasión con una sencillez que provoca el desequilibrio, un desequilibrio interior que sólo se provoca en aquéllos que saben desnudar su alma, admirando a su vez el desnudo ajeno. Este evento sólo se provoca en aquéllos, que son capaces de contemplar con respeto intelectual y reflexivo la esencia del “otro”.
Pausadamente, en este evento contemplativo, el desequilibrio se va tornando en una serena armonía mesurada.
El ritmo trascendental que impone la lectura de un poema auténtico, es de una fuerza admirable... en unos cuantos versos podemos sentir el amor, el deseo, la pasión y el éxtasis... en unas cuantas líneas se desarrolla un acto pleno de entrega entre dos personas que se admiran profundamente, cada una a su manera y desde su ubicación contemplativa propia.
* * *
Y al final todo vuelve a su lugar... y quedamos en silencio...
Porque la actividad literaria es, en al mayoría de los casos, un acto recíproco.
ResponderEliminarPor eso levanta pasiones.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
Anabel, totalmente de acuerdo. La escritura puede ofrecer tanto...
ResponderEliminarSaludos.
La escritura es comunicación, un sistema de signos para comunicarnos. Pobre de aquel escritor que no busque la complicidad de un lector.
ResponderEliminarNo debemos escribir si no sentimos, como vamos a comunicar o a transferir aquello que no nos produce pasión, conmoción, impresión, estremecimiento...Primero que nos arrañe a nosotros para que le produzca dolor al lector.
Y sin embargo yo siento la poesía como la música. No importa que no sepamos chino, su música nos inunda, nos emociona, nos sensibiliza y nos hace reflexionar o sentir cosas que el autor inicialmente no se había propuesto comunicar.
ResponderEliminarMuy buen texto
Un quid por quo emocional.
ResponderEliminarFranCo, captas muy bien el espíritu de mi texto.
ResponderEliminarUn abrazo.
Marcos Alonso, la poesía es tan especial que como bien dices incluso nos sobrepasa en su significación.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ana J., sin ese intercambio la poesía no funcionaría.
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