20 febrero, 2010

A volandas

Vuelve a mirarme,
recordemos cuando desde tu sombra
con la piel salada por el verano,
saltaba a coger cangrejillos, caracolas y
a manos llenas agua fresca.

Recordemos los silencios de las siestas sin dormir:
tú en un extremo de la cama y yo en el otro
devorando revistas y tebeos;
y cómo brillaba en tus pies el rojo carmesí.
A volandas hacíamos las camas,
las sábanas blancas levitaban
hasta posarse impecables.
Mirábamos la línea entre los azules:
qué lejana era la tuya
y por eso, madre,
qué nítida es la mía.

Dácil Martín

5 comentarios:

  1. ¡Cuánta emoción transmite este bellísimo poema, cuánta nostalgia!
    El recuerdo de la piel salada y las uñas de los pies pintadas de rojo camesí...
    Se me ha puesto un nudo en la garganta.
    Pocas veces me emociona una poesía, ya lo sabes. Ésta lo ha hecho.

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  2. A veces la poesía nos va dejando entrar poco a poco, a medida que nos vamos familiarizando con ella, y cuando la volvemos a leer, después de hacerlo esta mañana, la vas entendiendo y delante de ti se forman imágenes. En ésta tan evocadora, nos muestras una imagen tierna, sin sobresaltos, de añorados días tibios "desde tu (su) sombra", esa complicidad en "los silencios de las siestas sin dormir". En resumen nos muestra un estilo que se consolida, tanto en tus relatos como en la poesía, nos envuelves en esa ternura tibia, con esa manera de contar, en primera o tercera persona, pausada, serena, llena de imágenes poética.

    Unos versos para disfrutar

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  3. Maravillosa poesía, llena de ternura, con imágenes evocadoras, frescas como las manos llenas de cangrejillos y agua.

    Incluso el doble juego que insinúa es delicioso.

    Enhorabuena, Dácil.

    Saludos,

    Anabel, la Cuentista

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  4. Dácil Martín21/2/10, 12:00

    Gracias a todos, es una satisfacción enorme compartirlo con ustedes, y que me digan que les ha emocionado.

    Un abrazo

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  5. Pues me tendrás que añadir al grupo, porque me ha parecido también muy tierna y emocionante.
    La figura de la madre también me produce sensaciones similares. Es una de las máximas fuentes que tengo de evocación.

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