Las tres tazas de café espumoso despedían un agradable aroma, confundiéndose con el olor a tabaco. Juan había optado por tomar una caña, tenía calor. Aún estaba sudoroso, su inapropiada camisa de manga larga no le permitía soportar el calor, que empezaba a notarse esa mañana, menos aún, después de la lucha mantenida contra la gran maleta. A Victoria Eugenia, el café le parecía algo fuerte, pero no se quejó. Volvía a reír con su amiga del alma, a la que no veía desde hacía mucho tiempo. Habían estado muy unidas cuando vivían en el pueblo, de hecho el exmarido de Juani le presentó a Juan, su mejor amigo, que vivía en un pueblo cercano. Pasados unos años, las dos parejas se casaron con apenas una diferencia de unos meses. Ahora eran compadres y seguían viéndose con frecuencia. Roberto, el ex de Juani, era el más hablador y bromista. Solía contar, con éxito, historias curiosas de cuando eran más jóvenes, en la que los protagonistas, Juan siempre representaba el papel mas destacado, salían ridiculizados y mal parados. Ahora que él, Roberto, se había convertido en uno de esos protagonistas, andaba amargado y callado en la barra de cualquier bar, donde sus antiguos amigos siempre tenían una disculpa para quitárselo de encima. Juani no había visto a Juan desde aquel día, cuando se marchó para siempre, sin decir nada a nadie. Se notaba algo incómoda, quizás se sentía algo culpable ante el mejor amigo de su exmarido. Antes se llevaban realmente bien y se notaba un aprecio mutuo, aunque hablasen poco entre sí. Juani sentía una cierta necesidad de explicarle a Juan muchas cosas, quería que no la juzgara mal, que la entendiese por lo que había hecho tiempo atrás. No era necesario. Juan recordaba muy bien la tristeza que empezó a rodear a Juani a los pocos años de casarse,
parecía que había envejecido más de lo normal, como si estuviese muriéndose poco a poco. En realidad se alegró al verla nuevamente, y ¡estaba estupenda! –pensó Juan. Joaquín, que estaba entre las dos mujeres y Juan, se entrometía, de vez en cuando, en la conversación de éstas, además de seguir bromeando con Juan, dando la impresión de que le había caído muy bien. Eso le gustaba a Juani
-Bueno, chicos, ya es hora de ir subiendo al barco ¿no creéis? –Dijo de repente Joaquín, mirando su reloj de oro.
-Sí, será mejor, no vaya a ser que nos quedemos en tierra –Dijo Victoria Eugenia, en el preciso momento en que sintió un vuelco en su estómago.
Cuando Juan se levantó del taburete, para seguir a su nuevo amigo, notó como su mujer lo cogía por el brazo para detenerlo.
-Suban ustedes, nosotros vamos ahora –Dijo Victoria Eugenia, ante la extrañeza de Juan.
-De acuerdo, pero no tarden que ya solo queda media hora para partir -Les advirtió Juani.
Cuando la pareja se alejó hasta las escaleras metálicas, Victoria Eugenia le pidió a Juan que la acompañara hasta los servicios.
-Uff, qué mal me ha sentado el café. Voy al baño un momento ¡Tú no te muevas de aquí ni por un momento! –Le ordenó Victoria Eugenia a su obediente marido.
-Sí, pero date prisa, que se nos hace tarde, ya deberíamos estar dentro del barco –Dijo intranquilo Juan.
Ir a Capítulo 1 Ir capítulo siguiente
parecía que había envejecido más de lo normal, como si estuviese muriéndose poco a poco. En realidad se alegró al verla nuevamente, y ¡estaba estupenda! –pensó Juan. Joaquín, que estaba entre las dos mujeres y Juan, se entrometía, de vez en cuando, en la conversación de éstas, además de seguir bromeando con Juan, dando la impresión de que le había caído muy bien. Eso le gustaba a Juani
-Bueno, chicos, ya es hora de ir subiendo al barco ¿no creéis? –Dijo de repente Joaquín, mirando su reloj de oro.
-Sí, será mejor, no vaya a ser que nos quedemos en tierra –Dijo Victoria Eugenia, en el preciso momento en que sintió un vuelco en su estómago.
Cuando Juan se levantó del taburete, para seguir a su nuevo amigo, notó como su mujer lo cogía por el brazo para detenerlo.
-Suban ustedes, nosotros vamos ahora –Dijo Victoria Eugenia, ante la extrañeza de Juan.
-De acuerdo, pero no tarden que ya solo queda media hora para partir -Les advirtió Juani.
Cuando la pareja se alejó hasta las escaleras metálicas, Victoria Eugenia le pidió a Juan que la acompañara hasta los servicios.
-Uff, qué mal me ha sentado el café. Voy al baño un momento ¡Tú no te muevas de aquí ni por un momento! –Le ordenó Victoria Eugenia a su obediente marido.
-Sí, pero date prisa, que se nos hace tarde, ya deberíamos estar dentro del barco –Dijo intranquilo Juan.
Ir a Capítulo 1 Ir capítulo siguiente
¿No le irá a pasar nada a Victoria Eugenia?
ResponderEliminar¿Veneno? No creo, pero...
¿Qué pasó con Juani antes de que se separara de su marido para que ella sienta que necesita dar una explicación a su mejor amigo?
¿Tendremos que esperar otra semana para seguir leyendo?
Estoy formalmente enganchada
Ana no te preocupes por Victoria Eugenia, ya vemos que el café fuerte no le sienta nada bien, pero creo que no se va a morir por eso. En cuanto a Juani, no sé que decirte, no quiero meterme en intimidades, ya ves que ella es muy recatada y no habla mal de nadie. Es posible que crea que Juan la prejuzga por haberse marchado sin decir nada a nadie, y que, por tanto, el mejor amigo de su exmarido se lo reproche de alguna manera y la vea como la culpable del estado actual de Roberto. En cuanto al post semanal son instrucciones de nuestro Dire, mejor así me da tiempo de salir de una época un poco intensa en cuanto a trabajo.
ResponderEliminarParece increible como se familiariza uno con los personajes y llega a conocer sus pretenciones, carácter, temores...
ResponderEliminarPienso que incluso mucho más a que nuestros propios amigos y familiares.
Se perfila quizá el primer conflicto serio. Va a resultar un viaje de lo más entretenido, y no creo que lo más importante vaya a ser el viaje por la geografía exterior, sino los viajes por los mundos interiores de cada uno.
ResponderEliminarCierto FranCo, los personajes nos permiten conocerlos interiormente: sus pensamientos, frustraciones, obsesiones. Creo que también lo llegamos a comprender y hasta justificar sus acciones. De alguna manera se convierten en algo nuestro y nosotros en algo de ellos.
ResponderEliminarTienes mucha razón Amando, o al menos esa es la idea. El barco representa solo un proyecto de ilusiones y las ilusiones se convierten en estimulantes que nos transforman, nos desinhiben y nos permiten que seamos como hemos soñado y deseado ser.
ResponderEliminarMarcos, qué pena, había hecho comentarios al serial pero he visto ahora que no han salido, en algo fallo. Decirte que me gusta seguirlo y, por supuesto, estar de polizón.
ResponderEliminarAbrazos