14 julio, 2010

La Comisión

 
Llegados en una nave de color canela (algo parecido a un kiwi pero del tamaño de un campo de fútbol), los once miembros de la primera comisión alienígena que arriba a La Tierra (unos hieráticos seres de unos seis metros de altura, con la piel como corcho quemado y vestidos con túnicas de nácar) son recibidos por las autoridades locales a la entrada de Santiponce (Sevilla) y conducidos en multitudinaria procesión por la avenida de la Virgen del Rocío hacia el ayuntamiento (engalanado a toda prisa). Pero a la altura de la calle del Doctor Fleming, los comisionados (todos a un tiempo) se detienen y miran a su izquierda (hacia un taxi que hay aparcado bajo un árbol). «¿Qué pasa?», le pregunta el alcalde al intérprete (un alienígena de menor edad que los otros, a juzgar por su aspecto y su actitud algo más desenfadada). «Los Maestros quieren hablar con ese hombre», replica el intérprete. «¿Con quién? ¿Con el taxista?» «No, con el que canta por la radio». Y entonces el alcalde pregunta quién es. Y le dicen que es Camarón de la Isla. Y todos empiezan a reírse y el alcalde exclama que Camarón está muerto y que es imposible hablar con él. Y entonces los comisionados (todos a un tiempo) entornan los ojos (o lo que sea) y se dan media vuelta para emprender el retorno a su nave. «Eh, ¿qué pasa?–preguntan varios emprendiendo tras ellos un trotecillo que tiene bastante de cervuno– ¿Por qué se van?» Responde el intérprete (mucho más hierático ya): «No tenemos nada que compartir con una civilización que permite la muerte de semejante artista».

Texto: Pablo Gonz
Narración: La Voz Silencios

12 comentarios:

  1. Aquí les dejo, amigos esféricos, un cuentecillo de ciencia ficción andaluza. Ojalá que les guste.
    Mañana lo anuncio en facebook para atraer lectores hacia acá.
    Un fuerte abrazo,
    PABLO GONZ

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  2. Creo que a un sevillano que conozco le va a encantar, porque además sabe de Camarón y de su arte.

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  3. Guau! Vaya carga de profundidad! Estupendo relato, estupenda relexión

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  4. Magnífico relato, con un final que lo dice todo. Es profundo y no deja indiferente.

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  5. Liliana Nano16/7/10, 3:13

    Me encantó!!!! Sobre todo porque es aplicable a cualquier civilización y no sólo con la muerte de un artista sino con la pérdida o destrucción de aquellas cosas que nos conectan con el pasado.Felicitaciones

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  6. Bueno, se les podría decir a los extraterrestres que esta civilización permite a las personas elegir su destino, como así eligió este artista.
    Pero no sé si sería del todo cierto...

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  7. Armando, Ana J., Miguel, Liliana, Anita, muchas gracias por vuestros comentarios. Demuestran que este microcuento completó su efímera existencia: vino al mundo a través de mis ojos y se fue de él a través de los vuestros. Una pavesa más en el hermoso incendio de la literatura.
    Un fuerte abrazo,
    PABLO GONZ

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  8. Delicioso texto, Pablo, magistralmente escrito, con esos ricos matices y ese toque de ironía tan acertado. Finalmente nos reímos con ese golpe final fruto de la confusión, hasta que, poco a poco, nos ponemos en la piel de los alienígenas para captar un mensaje más hondo.

    Enhorabuena

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  9. Gracias por tu comentario, Marcos: demuestras ser un gran lector.
    Un fuerte abrazo,
    PABLO GONZ

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  10. Este texto tiene mucha enjundia, mucha. Podríamos cambiar, o no, el nombre del artista, pero lo que está claro es que "nos dejamos morir" muchas cosas bellas y que valen la pena.

    Supongo que entra dentro de nuestra condición humana desgraciadamente.

    (Voy a intentar ponerme al día con La Esfera; no os tengo olvidados, sólo un poquito abandonados. Lo siento)

    Saludos a todos.

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  11. Una carga de imágenes bestial. Y el toque surrealista. Y el final que no se sabe, pero se sabe. Y muy bueno, Pablo. Me gustó mucho.
    Un abrazo

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  12. Una lectura muy amplia y enriquecedora, Anabel. Gracias por mejorar el texto a través de tu interpretación.
    Me alegro de que te haya gustado, Alberto. Describes en pocas palabras la esencia del relato: se te nota lo microrrelatista que eres. :)
    Un abrazo a los dos,
    PABLO GONZ

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