16 agosto, 2010

Negro sobre blanco




- Negro sobre blanco, negro sobre blanco…
- ¡Ajá! ¿Y qué más Agustín?
- Y así sería siempre, para siempre…
- ¿Para siempre?
- …
- Bueno, Agustín, continuamos mañana.
- Lápices, lápices y un bolígrafo azul…
- Mañana los lápices, y el bolígrafo.
Y al día siguiente la sesión rodaba en idéntica monotonía, no encontraba la forma de avanzar con este paciente. Me preguntaba en qué lugar se le había desarmado el pensamiento, por qué, para qué.
- Tus lápices, Agustín.
- ¡Ah! Y un bolígrafo azul. Azul sobre blanco, azul sobre blanco…
- ¿Y qué escribes en azul?
- ¡Plopf! Y se quedó todo negro, todo negro, y luego sólo blanco, todo blanco… Para siempre.
Durante meses el discurso de Agustín terminaba en sí mismo, repetía las palabras, cabeceaba compulsivamente, cansaba.
Pensé que si las palabras se le habían trabado como en un disco rayado, sería con palabras como había de destrabarse. Tenía que buscar las que repararan el cortocircuito, pero tenía que encontrarlas él. Probé y probé:
- ¿Azul sobre blanco?
- Blanco, sólo blanco…
- Lápices de colores…
- De colores no, sólo negro, todo blanco… Y siempre así.
Y cabeceaba, y giraba por la habitación, como las palabras en su consciencia, imposible detenerlas, o completarlas.
A Agustín se le rompió el matiz, le habían explotado los colores en negro, a la cara. Se le habían saltado las palabras trabajadas sobre blanco durante cinco años. Se quemaron los abrasados circuitos del ordenador y las chispas incendiaron su cabeza recalentada.
Sí, a Agustín se le había roto el ordenador justo cuando acababa de concluir, sin copia, la novela que lo iba a sacar de la mediocridad dominical en la sección de sociedad del diario provinciano que utilizaba con fines alimenticios, tarea en la que él consideraba desperdiciado su talento. O eso es lo que me contó su mujer cuando por fin reunió fuerzas para venir a visitarlo la semana pasada.
Ahora ha conseguido escribir en azul, sólo en azul de momento, palabras que a veces no repite, va camino de recolocar sus significantes perdidos.

Texto: Ángeles Jiménez


14 comentarios:

  1. Ángeles, cuando lo leí por primera vez, me encantó. En esta segunda - ya no me cabe duda- me he enganchado a tu estilo. ¡Genial! :)
    Blanca.

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  2. Muy bien, Ángeles: tiene fuerza. Lo insondable de la mente humana...

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  3. fabuloso! tienes gancho,quizás te venga de familia

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  4. Es un texto muy fuerte, y muy bien hilvanado. Espero que nunca me ocurra nada parecido.
    A veces pienso si no debería de jugar con las palabras y dedicarme a jugar al mus.
    Me ha gustado mucho.

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  5. Ángeles Jiménez18/8/10, 10:45

    Gracias por los comentarios.
    Armando, no temas, hacer cosas con las palabras no enloquece, lo que hay que cuidar es la copia de seguridad.
    Saludos

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  6. Estupendo texto. Un cortocircuito, la delgada línea que separa la cordura de la insania.
    Azul de momento. Espléndido

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  7. Que impotencia ante mentes que parecen imposibles de penetrar. ¡Cuantas veces rezas por encontrar el resquicio que deje ver una luz para la evolución de un paciente!.
    El texto es tremendo, te pone en el contexto de la consulta médico-paciente, y te crea esa angustia interior del que no encuentra solución.
    Enhorabuena Angeles es un texto magnífico.

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  8. Ángeles Jiménez20/8/10, 22:46

    Gracias a todos. Estos comentarios no hacen más, ni menos, que querer más... Escribir más.

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  9. Ángeles: distinto, pero bueno.

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  10. Texto bien escrito y elaborado, ocurrente y humano.

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  11. ¡Dios mío! ¿A quién se le ocurre no tener una copia de lo escrito?

    Voy a ver...

    Buen texto. Empiezas tocándonos la curiosidad con la situación atípica del paciente para acabar explicando cómo llegó a ella.

    Saludos

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  12. Gracias Ángeles. Entre tus línea he encontrado vivencias recientes que me han reconfortado porque en el caos de la mente también puede existir la belleza.

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