15 diciembre, 2010

Casi un cuento de Navidad


Aquel 24 de diciembre fui a cenar con mi familia, una cena como las de otras nochebuenas, con demasiadas cosas para comer y con pocas cosas que contarse. Casi a medianoche  decidí que  ya había llegado la hora volver a casa.
Hacía bastante frío y las calles estaban vacías. Se
veían las ventanas iluminadas y en algunos balcones parpadeaban las luces multicolores de los árboles de navidad. Fue imposible localizar un taxi. Me puse los auriculares, me subí la capucha del abrigo y con las manos metidas en los bolsillos y  Serrat cantándome al oído,  empecé a caminar deprisa para olvidarme del viento helado y de la oscuridad.
En la calle D. Jaime, cerca de la Plaza de Ariño,  me sobresaltó un hombre de  unos 40 años, barbado, sucio y oliendo a alcohol, me dijo que si le  podía dar algo para cenar, yo le respondí que era Nochebuena y estaba todo cerrado. No obstante abrí el billetero y le di un billete de diez euros y le dije que tendría que esperar unas horas pero que podría desayunar caliente en cuanto amaneciera.
Para mi desconcierto el hombre se pegó a mi costado dándome conversación y caminando a mi paso. Si yo aceleraba él aceleraba también, si yo  disminuía el ritmo él se acomodaba a mi marcha.
La ciudad estaba desierta, no encontramos un alma hasta llegar a la Plaza de Aragón donde  vimos aparecer un coche de la policía local. Entonces él se puso nervioso y sacó una sirla de unos quince centímetros de hoja y me dijo señalando al vehículo: "A esos los tengo bien calados, si me dicen algo se la clavo", e hizo un gesto hacia delante con la navaja. Afortunadamente los guardias estaban a sus cosas y ni se fijaron en nosotros. 
-¡Guarda eso!- le grité de puro miedo.
-¡Vaya genio que gastas. Ya la guardo, ya!, respondió y añadió para justificarse:
-La llevo sólo para defenderme, duermo en la calle, y las calles están llenas de gente mala y no sabes con quien te puedes encontrar por la noche-
Me alivió pensar que  se consideraba buena gente y sobre todo me tranquilizó comprobar que había vuelto a guardar la navaja en su bolsillo.
Cómo no paraba de hablar y yo tenía dificultad para entenderle, me quité los auriculares y enrollé los cables alrededor del reproductor, él calló por un momento  y se quedó observando  mi maniobra,  pensé  que me lo iba a pedir, pero sólo me preguntó:
-¿A quien escuchas?
- A Serrat, le respondí
Entonces se puso a danzar alrededor mía  simulando que tocaba un violín y empezó a canturrearme Paraules de amor.
El viento me trajo su hedor a ropa sucia y a su fuerte aliento de vino barato.
En ese momento, imprudentemente, le  dije:
-¡Vaya borrachera que llevas!
Él echándose hacía adelante comentó:
-No te creas, las he tenido mejores, pero a las cinco de la tarde se me han acabado el dinero y el vino y a estas horas ya casi me entero de lo que digo e incluso de lo que hago.
Una ráfaga de cierzo me quitó la capucha del abrigo, entonces él se acercó hasta ponerse  a dos palmos de mi cara. Yo me asusté y  eché la cabeza hacía atrás.
 Él sin inmutarse bromeo:
- Oye, pues no eres fea del todo, tienes cara de mala leche, eso sí,  pero aún tienes un punto. 
Y empezó a hacerme una cadena de preguntas que lanzaba una tras otra sin esperar respuesta:
- ¿Y qué haces sola a estas horas en Nochebuena?
- ¿No tienes marido, ni hijos, ni perrito que te ladre?
Ese abrigo que llevas tiene pinta de bueno, debes estar forrada ¿En qué trabajas?
- ¿No tienes coche?
-¡Anda, déjame ir!, le dije, e intenté seguir mi camino. Empezaba a estar incómoda y preocupada. Al llegar al cruce de Constitución con Sagasta ya no sabía como quitármelo de encima y en ese momento recordé donde podía conseguir algo de comida y segura  de haber encontrado la solución perfecta le dije:
-¡Ya sé donde puedes cenar!, en urgencias hay una máquina que expende  bocadillos y refrescos-
Busqué en la cartera algunas monedas de  euro por si el artilugio no aceptaba billetes y se las ofrecí, él dudó un momento pero las recogió y mientras las guardaba murmuró: “estas p’a mañana, que p’a hoy me sobran” .
Yo aproveché para acelerar el paso e intentar dejarlo atrás, entonces él me gritó:
-¡Oye, oye, espera que  te acompaño, un caballero no deja sola a una señorita a estas horas!-
-¡Ay Dios!, exclamé y  añadí:
-No, no, déjalo, de verdad, que vivo cerca-
Enseguida me di cuenta que había metido la pata y que la cosas estaba llegando demasiado lejos, me sentí impotente y sin argumentos.  Intenté convencerle de que no me siguiera, pero él insistió en que sí y entonces me preguntó  echándome su aliento caliente a la cara:
-¿Me tienes miedo, verdad?, es por las pintas que llevo y porque huelo mal, argumentó, pero yo no siempre he sido así, antes tenía un buen curro, lo que pasa es que a veces  las cosas se tuercen y se tuercen, dijo con gesto serio.
Respiró hondo y añadió volviendo a sonreír:
-Además, si alguien nos ve, pensará que somos la dama y el  vagabundo- y se echó a reír  con una risa escandalosa  que nadie escuchó, excepto yo y las ramas de los árboles movidas por un viento helador.
Yo tenía miedo  y ya no sabía qué hacer, pero tampoco me atrevía a  llevarle demasiado la contraria, ni podía estar deambulando sin rumbo toda la noche porque  iba a ser peor, así que apreté los puños para infundirme valor y aceleré el paso.
Él no se despegaba de mí, y seguía hablando y hablando, o me tarareaba viejas canciones que yo recordaba de mi adolescencia. Cuando faltaban unos doscientos metros para llegar a mi portal   mi preocupación era grande, busqué en el bolso  y saqué las llaves.
Al llegar  dije:
-"Aquí vivo yo"-
Y mientras intentaba atinar con la cerradura escuché su vozarrón que me decía:
-"¡Espera, dama, espera!"-
Me giré con desconfianza y le vi con la mano extendida ofreciéndome una pequeña estrella de papel arrugado que había recogido del suelo,  yo  estiré el brazo y la recogí. Él entonces me hizo una reverencia y muy sonriente añadió:
- ¡Feliz Navidad, dama!
-¡Feliz navidad!, le respondí conmovida.
Empujé la puerta y me metí en el portal.

Texto e Ilustración: Pilar Aguarón Ezpeleta

17 comentarios:

  1. Muy buen cuento. Al final desprende ternura y durante toda la narración se mantiene la intriga del qué sucederá.
    Pienso que los que menos tienen más te pueden ofrecer. Hoy en día cualquiera puede llegar a ser él...
    Un saludo Iria L.

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  2. Por cierto, la ilustración es espectacular también!

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  3. Conmovedor y excitante Pilar. Muchísimas gracias

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  4. Es uno de mis cuentos preferidos de Pilar. Creo que tiene mucho que ver con lo que la Navidad debería representar, lejos del consumismo y otras banalidades.

    La ilustración, estupenda.

    Como ya ha dicho Amando, Pilar es una artista.

    Saludos

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  5. ¿Ilustración? ¿Tomar una foto de internet y pasarle un filtro de Photoshop es ilustrar?

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  6. Casi, no, para mí es un cuento de Navidad desde un principio hasta su final. Mantiene la tensión, y tiene final muy bueno. Me ha gustado, y para remate, la ilustración. Felicidades

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  7. nota de la autora para anonimo: No tienes ni repajolera idea, una cosa es utilizar los medio digitales y hacer un dibujo y otra modificar una foto. Y dicho esto recojo mi ego y me voy a cantar villancicos que se acerca la Navidad.

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  8. Muchas gracias a sucedeque, M.C., Dacil y Anabel por ser tan gentiles.

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  9. Pilar, sabes aquel borracho que va en moto y choca con una señal de trafico, llega el policia y le pregunta señor no vio la flecha y el borracho responde ni el indio que me la tiro...

    Me encantó el relato y la ilustración.

    un abrazo.

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  10. El cuento precioso, estamos tan condicionados por las apariencias, las malas noticias, que siempre sospechamos del que no es igual a nosotros, pero muchas veces, detrás de un vagabundo borracho, puede haber una buena persona con una historia terrible.

    Por cierto, ese "anónimo" que no hace más que sacar faltas, además de anónimo es un ignorante, mejor haría en aplicarse y aprender algo de vosotros.

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  11. Yo que he visto el original -que p'eso uno tiene amigos- sé de sobra cómo se lo ha currado. Lo digo por las dudas.
    Leí el cuento esta mañana, muy rápido, porque últimamente llevo unas mañanas de locura.
    Luego al mediodía me he enterado de lo de Olot.
    Y ahora leyendo más despacio el texto me doy cuenta que por suerte tu vagabundo, le dio por el vino y no por la recortada.
    Es un cuento magnífico.

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  12. Alguien me dijo a primeros de mes que las Navidades estaban perdiendo la calidez y la magia que tenía antaño. Desde que se lanzó la idea que podíamos adornar la esfera con cuentos de navidad cada día encuentro una guirnalda más bonita, unas luces más brillantes y unos adornos más originales disfrazados de cuentos.
    Me estáis imprimiendo un espíritu que hacía tiempo que no vivía.
    Pilar me ha gustado mucho.

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  13. Aunque se supone que la esfera cultural es para hablar de literatura, para los curiosos y aficionados al pincel, les diré que hacer un dibujo como este es como pintar un cuadro pero con las herramientas del photoshop: Pones la hoja en blanco y con la herramienta de pincel y sus múltiples opciones (pinceles naturales, varios, estrechos anchos, califraficos, basicos, etc... ) empiezas a dibujar y a pintar. Para cada parte del dibujo tienes que utilizar un pincel. Así hice por ejemplo la ilustración de El bolso, O la de EL BULTO, que publicó Anabel, la imagen la ha subido pequeñita, ahí no se aprecia las pinceladas. Vamos en resumen, es coger los pinceles y pintar, pero sin mancharte las manos y sin oler a aguarrás. Pero como soy muy meticulosa me cuesta horas, horas y horas y un poco de paciencia. c'est tout.

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  14. Inma, yo he sido toda la vida un renegado de la Navidad, y ésta iniciativa en La Esfera está transformando mi visión de la fiesta. Estoy descubriendo de ella una nueva cara menos hipócrita. Estoy disfrutando.
    También estoy disfrutando de la velocidad que ha tomado La Esfera, del dinamismo que existe en la publicación de los pos. Casi no da tiempo de disfrutarlos.
    Ésta Esfera tiene vida, está saludable.

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  15. Por fin he descubierto los adornos navideños que me gustan de verdad: adiós a las bolitas, estrellitas, campanitas... ¡viva las letras!

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  16. MAGNÍFICO! Excelente.
    Un abrazo muy fuerte, Pilar

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  17. Se me había pasado este brillante relato, menos mal que me he puesto a rebuscar...

    Aunque el vagabundo resulta simpático desde el principio, la chica tan amable, debía estar un poco nerviosa y hasta las narices.
    Pero no buscó ayuda, solo escuchó, ayudó y conversó con un pobre desheredado que tenía ganas de hablar.

    Esto es Navidad, por eso tendríamos que conseguir que lo fuera todo el año.

    Un abrazo y gracias por este bello relato Á.

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