07 marzo, 2011

Un especial muy particular ¿Qué nos hace lectores?

Espero que no os importe que hoy, en lugar de hablaros sobre algún libro, comparta con vosotros esta entrada en la que explico el por qué de mi afición a la lectura y por la que siento un especial cariño.



¿Qué nos hace lectores? ¿Somos lo que leemos? Difíciles preguntas para las que no hay respuestas o son tantas como lectores. Crecí rodeada de libros, considerando que lo normal (luego descubrí que no era así) era que en casa los hubiera; sintiendo la lectura como una actividad cotidiana y placentera, que no era impuesta por nadie -mi padre era un lector impenitente-. También fue él quien me hizo conocer la biblioteca; fue usuario casi hasta el final. Allí obtenía sus provisiones lectoras; los libros los compraba por colecciones (creo que ahora disfrutaría comprando por internet).

Esas colecciones, junto con otros libros que había en casa, marcaron mis lecturas de adolescencia-juventud e hicieron de mí lo que soy como lectora. Las Obras Completas de los Hermanos Álvarez Quintero, los premios Goncourt, los Nobel, los Pullitzer, las obras de Alejandro Dumas, la Biblioteca Básica Salvat convivían en armonía con Jardiel Poncela, Frank Slaughter, Frank Yerby, Mika Waltari o García Lorca. Estos y otros autores estaban allí, a mi libre disposición; para que los leyera si quería -en unos casos quise y en otros no-.


Leí y releí Kim (libro que puede que tenga mucho que ver con que me gusten las obras ambientadas en la India colonial). Mi primer libro sobre la Guerra Civil española lo leí entonces: Por quién doblan las campanas; también por aquella misma época: El viejo y el mar. No volví a leer nada de Hemingway y no es un autor que me emocione. En alguna ocasión pensé que quizás por haberlo leído antes de tiempo).


Mi afición por El Quijote la novela picaresca o Stendhal tienen también mucho que ver con los títulos que había en casa. La Maldición de los Dain, El perro de los Baskerville, 1984, El retrato de Dorian Gray, La Busca, La Hoja Roja, ... los leí en la Colección Básica Salvat. Nadie me dijo que era obligatorio que los leyera o que era demasiado pequeña para entenderlos; implemente estaban allí, a nuestra disposición. Y ese estar, sin más, de esos autores; esa cotidianeidad en la lectura, que aprendí y viví en mi casa, es la que me ha dado forma como lectora.


Mi padre siempre dijo que la herencia que nos dejaba eran los estudios. Tardé en darme cuenta de que nos había dejado algo más: el amor por los libros y la lectura. ¡No es mala herencia! Una cita que recoge Amos Oz en Una Historia de Amor y Oscuridad me hizo pensar en él.




Cuando le llegaba a Blume la hora de estudiar, su padre la hacía sentarse a su lado y leía libros con ella. Hayyim Necht decía. Ya sé, hija mía, que no te dejo en herencia riquezas ni bienes, pero te enseño a leer libros


(S.Y. Agnón, Una Historia Sencilla, citado en Oz, Amos; Una historia de amor y oscuridad)


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