Me siento escritora –aunque pronuncie esa palabra con mucho respeto-. No sé si es un don, pero, a veces, puede llegar a ser una maldición. Desconozco también si he alcanzado el nivel de arte que dice Capote, lo que sí he adquirido es ese látigo que siempre tengo en ON. Escribir una frase puede ser un parto con dolor, no hablemos ya de hilvanar dos: casi nunca me complace totalmente, siempre hay diferentes opciones y siempre la duda, la única que no abandona, cuchicheando al oído “esto es horrible, cámbialo; así no, no tienes ni idea; pero ¿cómo se te ocurren estas tonterías?, eres una cursi; no puedes decir eso; ¿cómo vas a hablar de eso?, vas a escandalizar a todo el mundo, no le va a gustar a nadie…”. Y la desesperación si no sale, y la gran satisfacción íntima si crees que lo has logrado. Porque por esa satisfacción, que asoma muy de vez en cuando, vale la pena flagelarse, de vez en cuando.
Texto: Anabel Consejo Pano
Narración: La Voz Silenciosa
Releo este texto de Anabel, y también el de FranCo "Quiero ser escritor", buscando respuestas acertadas o queriendo corroborar las que uno mismo tiene, y encuentro en uno de los comentarios, el de Teo Revilla, que me resulta concluyen: Escribo por que no tengo más remedio. Después de esto podemos pensar que no nos leen, que no llegamos, ¿cojo el látigo? ¿Para qué si no tenemos más remedio que seguir escribiendo?.
ResponderEliminarSaludos
Marcos Alonso
Ahora ya solo te queda la ortografía y la sintaxis.
ResponderEliminarO sea: todo.
Me siento escritora –aunque pronuncie esa palabra con mucho respeto-.
Eso mismo.
se agradece la visita, ahora soy vuestro visitante
ResponderEliminarPor esa chispa, por la "pequeña gran iluminación" que te sobrecoge cuando lo consigues vale la pena insistir, sí, pero sin hacernos daño ;-)
ResponderEliminarSalud.
En tu post, FranCo, tocas una serie de temas muy interesantes que forman parte del universo del escritor. Lo primero de todo es la furia, la furia del escritor que no puede despuntar, destacar, que no ha cumplido sus ambiciones. Podríamos añadir la depresión que sigue a esa furia, el desaliento que nos aleja de escribir, que nos hace jurar que nunca más volveremos a rellenar una hoja en blanco, ni si quiera para hacer la lista de la compra. Luego la reafirmación, escribo así porque a mí me gusta y porque está bien, me da igual lo que digan los otros, qué sabrán ellos. No nos olvidemos del martirio de la comparación, de sentirse inferior ante los consagrados, los inalcanzables. Llega el autoconvencimiento: uno es escritor, y punto. Da igual si a uno leen o no, da igual si sus libros están expuestos en unos grandes almacenes o en la lista de los más vendidos. ¿Es necesario publicar para ser escritor? Escribo, luego lo soy. Tal vez lo importante sea sentirse escritor aunque no se sea, de cara al público.
ResponderEliminarOtro tema sería cómo saber que valemos para este menester.
Como ves tu texto me ha hecho saltar el resorte.
Saludos,
Anabel, la Cuentista
¡Ah! Se me olvidó decirte, FranCo, que el título del post me parece muy acertado y me gusta mucho. Gracias.
ResponderEliminarSaludos,
Anabel